Basado en hechos reales: La gente con morro

Hoy es de esos días en los que te das cuenta que abundan más las personas interesadas que las personas interesantes. Esos días en los que te encantaría poder decir mil cosas y a la vez no decir ninguna. 

Hay gente con morro. Con mucho morro. Con un morro enorme. Puede que creas que eres una excepción y que no has tenido la mala suerte de conocer a alguien con morro. Te equivocas, lo has conocido y seguramente lo hayas conocido muy bien, pero la gente con morro tienen un master en ser mosquitas muertas que son capaces de darle la vuelta a todo para que la pelota nunca quede en su tejado. 

Pero a este tipo de gente no le importa lo más mínimo echarle morro a la vida, ellos son profesionales de esto. Mi madre siempre dice que hay que acostumbrarse a la gente que "sólo sabe pedir", mientras que mi amigo Nacho defiende que es al revés. Debes ser del grupo de los que "Piden mucho" porque así nadie te pedirá a ti porque obviamente pensarán: ¡con todo lo que pide este no tiene nada! Tú eliges, pero igual deberíamos plantearnos meternos en el segundo grupo. Al final, son los más listos...

La gente con morro es aquella que sólo está para ponerse en la foto, aquella que sólo actúa para colgarse la medallita, aquella que cuando hay que recoger la mesa le duele la barriga, aquella que cuando hay que hacer una fiesta en su casa hay un circo y una excursión del Inserso acampando en su salón, aquella que te pide prestada toda tu ropa pero la suya siempre se está lavando, aquella que después de un "hola" te suelta "necesito algo", aquella que nunca te ayuda porque está muy liada, aquella que se acuerda de tu teléfono cuando ha revisado de la A a la Z y ninguna letra le encajaba, aquella que los "hola qué tal" le suenan a otro idioma, aquella que nunca lleva suelto cuando toca pagar, aquella que te pidió un libro en tu primera comunión y todavía lo sigues esperando, aquella que pincha la última patata frita de tu plato, aquella que...

¿Pero tener morro nos lleva a algún lado? Quizás yo estoy equivocada, quizás la solución correcta es ser como ellos. Es ser una persona con morro, que no ve más haya de su ombligo. 

Pero pasan los segundos y me doy cuenta de que no quiero ser de ese grupo y tú tampoco deberías querer serlo, por mucho que a esa gente le vaya bien. Elige ser una persona que cuando llegue la noche haya sido más interesante que interesada...