Basado en hechos reales: No mereces la pena
viernes, enero 20, 2017
No mereces la pena. Aunque a veces consiguieras engañarme y hacerme creer que sí. No mereces la pena por mucho que yo quisiera empeñarme en que sí. Te puse en un pedestal y multipliqué por mil todo aquello que me gustaba de ti. Me parecía que eras una persona más alta, más lista, más simpática, más todo. Eso sí, me encargué de borrar todos y cada uno de tus defectos. Incluido ese defecto tuyo de no cuidarme. No quise que me quisieras, no te equivoques. Tan solo quise recibir una décima parte de lo que, voluntariamente, decidí darte. No tienes la culpa, nunca me pediste nada, pero igual hubiera sido un detalle no chuparme hasta la última gota de energía.
No mereces la pena. Ni un poco, ni un mucho. Y deberías dejar de engañarte. Deberías dejar de pensar que todo el mundo ha venido para estar a tus pies. Nunca me gustaron esas personas que querían recibir todo pero que "si te he visto, no me acuerdo" cuando se trataba de dar. Qué fácil es acomodarse, qué fácil es vivir de espaldas a los demás y solo abrir los brazos cuando necesitamos algo. Qué fácil es tratar a los otros como si fueran aire. Olvidándonos que necesitamos el aire para respirar. Porque supongo que es eso, supongo que al final tan solo fuimos aire. Tan solo somos aire. Y vamos y venimos. Pero a veces nos gusta quedarnos, incluso a veces, nos gusta que nos digan que nos quedemos. Un "a veces te necesito", un a "veces echo de menos cosas". Aunque nunca nos quedara claro cuáles eran esas cosas. Quizás no había nada que echar de menos, por mucho que yo quisiera engañarme. Por mucho que yo quisiera ponerte en un pedestal. Pero ahora que lo pienso, cuidado con los pedestales. Que por muy altos que sean, tardas un segundo en caer y romperte en mil pedazos.
Pero aunque nunca llegarás a leer esto, quiero dejarte claro algo: tú no mereces la pena, pero yo sí. Y dentro de muchos años cuando ya casi no te acuerdes de mi nombre, nos cruzaremos por la calle. Yo ya habré curado todas y cada una de mis heridas y presumiré de cicatrices. Seguiré subida a unos tacones, con los labios pintados de rojo e iré moviendo las caderas al ritmo de una música que solo suena en mi cabeza. Me sonarás de algo, pero no sabré ni ubicarte. Habré dedicado todo el tiempo en cuidar a quien me cuida, a toda esa gente que me regala más sonrisas que dolores de cabeza. Y te vendrán a la cabeza todas aquellas veces que yo estuve para ti, te vendrán a la cabeza los mil y un intentos que tuve porque me cuidaras, te vendrán a la cabeza cada uno de aquellos detalles, te vendrán a la cabeza todas esas personas que pasaron por tu vida sin pena ni gloria, te vendrá a la cabeza esa sensación de que no hiciste las cosas bien, te vendrá a la cabeza ese pensamiento que te dirá que poca gente como yo ibas a encontrar y te vendrá a la cabeza todo lo que era un sí y acabó siendo un no. Y harás un intento de pararte, un intento de pararme. Y desearás que te recuerde.
Pero esta vez no tendrás suerte.
Porque algunas veces pensé que merecías mis alegrías.
Pero me he dado cuenta de que no mereces la pena.
Y mucho menos, la mía.
Porque efectivamente, la pena la merece quien te la quita...
#NoMerecesLaPena
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1 comentarios
Y tanto que merece la pena quién te la quita.
ResponderEliminarUn beso.