Basado en hechos reales: Personas de usar y tirar
viernes, febrero 24, 2017
Miro otra vez el reloj, como si eso hiciera que fuera más rápido. No puedo verla así, se deshace en lágrimas mientras maldice en arameo el día que le conoció. Yo abro mi bolso y rebusco entre una maraña de cosas innecesarias, que siempre creo que me salvarán en caso de una invasión zombie. Pero por lo menos tengo la decencia de llevar pañuelos de papel. Saco uno y le seco las lágrimas, mientras le digo que "todo irá bien". Le dejo el pañuelo de papel y ella lo desliza suavemente por el contorno de sus ojos, intentando no mover el eye-liner de su sitio. Cosa estúpida teniendo en cuenta que la pintura del ojo, a esas alturas de la noche y con el río Manzanares como lágrimas, ya había llegado a Cuenca. Respira hondo como poniendo fin a esas incesantes lágrimas, arruga el pañuelo de papel y lo tira. Pero estoy segura de que volverá a pedirme otro...
Nos rodeamos de personas que llegan a nuestra vida y nos hacen creer que nos salvaran del fin del mundo, nos hacen creer que ordenaran nuestro caos y que cada paso que demos será sobre seguro porque ellos están a nuestro lado. Y entonces llegas tú y vendes tu alma al diablo y te desnudas, no de cuerpo sino de alma. Y les das tu vida, tus pensamientos, la llave de tu casa y un pañuelo de papel. Eso hacemos, conocemos personas a las que le damos un pañuelo de papel. Para que se sequen las lágrimas cuando lloren, para que se limpien la boca después de besar, para que sequen el sudor después de que su noche haya sido de todo menos tranquila. Pero ese pañuelo de papel no va en blanco, en ese pañuelo de papel va nuestro músculo favorito, ese que dicen que palpita y bombea sangre. Eso hacemos, nos arrancamos el corazón y lo ponemos en un pañuelo de papel con una nota escrita a puño y letra que pone: úsame como te de la gana, llámame cuando me necesites, pídeme consejo cuando algo te atormente, haz que te haga favores a diestro y siniestro y por favor, cuando acabes, no vengas a abrazarme y a preguntarme qué tal mi día. Cuando acabes no me beses la frente, no me ayudes con mis cosas, no tengas detalles conmigo, no me sonrías, no me llames, no nada. Cuando acabes coge ese pañuelo de papel, arrúgalo y tíralo.
Dicho y hecho. A veces somos personas de usar y tirar. Y ojo que no culpo a quien arruga el pañuelo de papel, después de usarlo y lo tira. La culpa es nuestra, que nos ponemos a los pies de esas personas con nuestro pañuelo de papel firmado con nuestro juramento de que siempre estaremos ahí. De que pueden irse de nuestras vidas cuando quieran, que pueden hacernos llorar sin saberlo, que pueden aprovecharse de nosotros, que pueden no cuidarnos, que pueden utilizarnos a su antojo y que al final, del día, nosotros seguiremos ahí. Con la sonrisa puesta y nuestro pañuelo de papel.
He sido persona de usar y tirar de una forma absurda y casi indecente. He dado todo y con todo me refiero a todo, para recibir las migajas de lo que sobraba. De cuando corres una carrera y te dejas el alma en el camino y al llegar a la meta ya no te queda nada, pues igual, de cuando lo dabas todo y te entregabas a todo pero cuando me tocaba a mi, ya no te quedaba nada, solo unas migajas que yo recibía como si fueran el mejor tesoro del mundo. Y te mendigaba atención y un poco de detalles y que al final del día simplemente me dijeras: ¿qué tal hoy?
Nunca pedí demasiado, por no decir que nunca pedí nada. Eso nos pasa a las personas que somos de usar y tirar, que tenéis la suerte de que os daremos todo y nunca os pediremos nada a cambio. Así que si vas a seguir usando mi pañuelo de papel cada vez que lo necesites, en vez de hacerlo añicos y tirarlo, ten la decencia de doblarlo con cariño y llevarlo al contenedor azul para reciclarlo. Porque todavía confío en que existen personas que saben que los pañuelos de papel se reciclan, que lo de usar y tirar, dejó de llevarse. Y que al final del día, todos necesitamos un pañuelo de papel.
Que algún día seré tan fuerte que cuando acabes de usar mi pañuelo de papel,
yo misma lo cogeré del suelo con una sonrisa y lo llevaré a reciclar.
Y en mi nuevo pañuelo de papel no pondré mi corazón ni una nota regalándote mi alma.
En mi nuevo pañuelo de papel escribiré: QUE TE JODAN
#PersonasDeUsaryTirar
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2 comentarios
Y tanto que sí, que interesante esta entrada.
ResponderEliminarUn beso.
Como puede ser que un texto refleje EXACTAMENTE lo que yo siento? Gracias, de corazón.
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