Basado en hechos reales: Jodida atracción

viernes, marzo 10, 2017

Comienza el juego de las sillas y casualmente acabamos sentados juntos. No nos miramos, pero su mano roza involuntariamente mi muslo. No sé si involuntariamente o de la forma más voluntaria que pueda existir. Respiro hondo e intento concentrarme, pero a veces "Salvar al soldado Ryan" me parece mucho más fácil que esto. Más fácil que controlar algo que es insano e incontrolable. Le pillo mirándome de reojo y yo me muerdo el labio. Y me estremezco. Cuento ovejas en mi cabeza y repaso la lista de la compra, pero su mano vuelve a rozar mi muslo y la piel empieza a arderme. De repente un "gracias por todo" suena al final de la sala, así que me levanto de mi silla y coloco mi falda en su sitio, como si mentalmente tuviera que recomponerme de algo.



Salgo rápido de la sala y comienzo a marcar el número de la única persona que puede entender el caos que tengo en mi cabeza. Yo, que soy conocida por mi ansiado orden, por tener los papeles en su sitio, por tener todo en equilibrio, conocida por tener todo medido, perdiendo los papeles por él. 
Ella sabe lo que es que te queme la piel y que te palpiten todas y cada una de las partes de tu cuerpo cuando le tiene cerca, pero el problema es que a Inés, la seguridad se la da Carlos. Y a veces es difícil elegir entre: equilibrio o caos. 

- Carol: Me ha vuelto a pasar. Creo que lo nota y sabe que no puedo controlarlo.

- Inés: No es nada malo, ya lo hemos hablado. Somos animales con instinto. La atracción existe desde que el mar es mar y el hombre es hombre. Y a veces es insana pero está ahí y no puedes hacer nada.

- Carol: Me encantaría levantarme un día y que me pusiera lo mismo que me ponen las bragas de algodón: cero. Pero bueno, no hemos venido a hablar de mi libro ¿qué pasó anoche?

- Inés: No pasó nada, porque me reprimí. Porque cogí mis ganas y me las guardé con llave en el último cajón de mi armario. Le hubiera dejado que hiciera conmigo lo que quisiera. Pero luego pienso en Carlos, y no quiero hacerle daño.

- Carol: Llámame idealista pero creo que la seguridad y el equilibrio están sobrevalorados. Que nos quedamos estancados en relaciones "normales" porque nos aportan el 5 raspado. Porque entiendo que venir a jugar es difícil, que lo fácil es ir a tiro hecho, pero la atracción descontrolada es un regalo que nos pasa una vez de muchas. Y con Carlos no te tiemblan las pestañas.



Suena el móvil y sonrío cuando veo su nombre en la pantalla. Él no puede verme pero lo sabe. Y yo sé que por más que se empeñe en los amores de cuento, un 1% de su cabeza piensa en mi. Y ese 1% es más que suficiente para que esto se nos vaya de las manos. Acto seguido suena el telefonillo de casa, el corazón se me sale del pecho pero disimulo mis nervios con dignidad. No entiendo que alguien me atraiga de esa manera. Me miro al espejo, la cara totalmente desmaquillada pero me pinto los labios de rojo y los repaso una y otra vez rezando para que duren entre poco y nada. Llevo un vestido negro ceñido y unos tacones rojos.
La espera en la puerta se me hace eterna, cuando de repente, le veo aparecer con esos ojos que le harían perder la cabeza a cualquiera. No dice una palabra y tan solo me besa acabando mi espalda contra la pared. Mis manos se entrelazan entre su pelo y me pierdo en su cuello. El pasillo se me hace eterno. Esas paredes nunca le han visto así que le tiro del brazo guiándole hasta la habitación. Cierro la puerta con fuerza, como si con ese ímpetu pudiera dejar el mundo fuera y estar solos por primera vez. Y por como me tiemblan las piernas, creo que podría jurarle amor eterno. O más bien eternas noches de amor. Una o un millón. O ya no sé.
Le desabrocho uno a uno los botones de la camisa y le pido que no se la quite. Mi vestido acaba en el borde de la ventana, como si adivinara que era mejor escapar de allí antes de que nos equivocáramos. Su pulgar recorre el filo del liguero de mis medias mientras que su otra mano baja el tirante de mi sujetador para besar mi hombro derecho. Y ya me pierdo.
Y me doy cuenta de que esa jodida atracción me está haciendo pensar en él más del tiempo reglamentario. Pero tengo la sensación de que el mundo se ha parado para que esta noche ni mente ni corazón estén invitados a esta fiesta. Solo el instinto, solo esas ganas de arrancarle la ropa y dejar que pase lo que tenga que pasar. Y efectivamente, el mundo se ha parado. Y me tiemblan desde las rodillas hasta la última pestaña. Y ahora entiendo lo que es estremecerse con razones.

Joder, tanta gente ahí fuera y coincidir aquel día...

Le pido al karma que me devuelva todo lo que me debe dejándole 5 minutos más. Solo 5 minutos más, porque sé que jamás volverá. Tardamos tanto en aceptar que había prendido la llama, que aquella noche Madrid voló por lo aires. Pero un fuerte chasquido de dedos, me devuelve a la realidad. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que nunca me he movido de esa silla.

Su mano sigue en mi muslo y mi cabeza,
mi cabeza en cualquier otra parte...

#JodidaAtracción


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