Basado en hechos reales: Subirse al vagón equivocado
viernes, mayo 26, 2017
No es de extrañar que todo el mundo la mire cuando pasa por su lado. Tiene los ojos negros enormes y el pelo azabache. Siempre me gustó la belleza andaluza, esa que deja claro nuestras raíces. Es raro el momento en el que no la ves sonreír y cuando lo hace te atrapa. No tiene prisa por vivir. Quiere disfrutar el momento.
- Alba: Mírales, no están enamorados. Se empeñan y se empeñan, pero lo correcto no quiere decir que sea lo mejor.
- Candela: Pero ¿cómo no van a estar enamorados? A esta edad no estamos para tonterías...
- Alba: Precisamente por eso. Ella es la nuera perfecta y él un buen partido. A ella le entró la prisa por la edad y porque todas sus amigas se estaban casando. Y él se resiste a dejar de ser la persona que cree que es o peor aun, que cree que debe ser.
- Candela: Nunca me dejes hacer eso, no me dejes estar con alguien que no me ponga a tres mil, en todos los sentidos.
- Alba: La sociedad nos obliga a subirnos en el vagón equivocado. Pero está en tu mano bajarte en el siguiente anden...
Efectivamente, Alba tenía razón. La sociedad nos obliga a subirnos en el vagón equivocado. A veces por miedo a quedarnos solos, a veces porque no quieres ser la única oveja negra del rebaño, a veces porque nuestra familia nos marca como debe ser nuestra pareja, a veces porque es lo que toca, a veces porque crees que es lo mejor para todos...Pero ¿y para ti? ¿subirte al vagón equivocado es lo mejor para ti?
Las relaciones son como los trenes. Cada uno tenemos una estación por la que va pasando un tren con múltiples vagones, cada vagón es una persona. Cuando el tren para en nuestra estación, delante tenemos un vagón pero no quiere decir que sea el nuestro. En nuestro billete pone el vagón que en ese momento nos toca, pero igual no es el 12 que es el que tenemos delante, quizás es el 2 que está al principio y debemos correr hacia él si no queremos perderlo. Pero a veces por miedo a perderlo, nos subimos al 12 porque es el que tenemos delante y es mucho más fácil. Pero al subirnos nos damos cuenta que los vagones no están conectados entre sí y que por dentro el 12 no es como esperábamos. Los asientos son incómodos y las ventanas son opacas impidiéndonos ver el exterior. Efectivamente, el 12 nos llevará al mismo destino que el 2, pero el viaje no será tan cómodo. Y mucho menos, tan especial.
Me he subido en muchos vagones equivocados, pero nunca porque hubiera alguien en la estación empujándome a subirme. Quiero equivocarme, una o mil veces. Pero quiero hacerlo yo. Quiero subirme a los vagones que me parezca que merecen la pena, quiero subirme en los vagones que pone "este vagón no admite viajeros", quiero subirme a los vagones que lo tengan todo o que no tengan nada. Pero sin prisa, porque el día que te subes en el tuyo, lo sabrás. Porque tu billete coincidirá con el número del vagón y ya no querrás subirte a ninguno más.
Deja de vivir la vida que otros diseñan para ti, deja de guiarte por absurdas normas sociales que te han impuesto, deja de asociar la edad a los "me toca hacer esto", deja de pensar que el arroz se te pasa, deja de echarte el peso de la sociedad a tus espaldas...Deja de esperar en la estación al primer tren que pase. Pero súbete a todos los vagones que te muevan algo dentro.
Porque la prisa nunca es
buena compañera de viaje.
Pero la tripa, joder, cuando
te acompaña la tripa...
#ElVagónEquivocado
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1 comentarios
Gran razón¡¡
ResponderEliminarY me ha gustado mucho la foto jajajaja
Un beso.